Historia verdadera narrada por el sacristán de la iglesia de… Les juro que empiezo a estar harto de contarles historias. ¿Qué se creen ustedes? Les doy mi palabra de que estoy aburrido. Me paso el día cuenta que te cuenta. ¡No hay manera de que le dejen a uno tranquilo! Bueno, voy a narrarles una historia más, pero será la última. Sí, ustedes han dicho que el hombre puede vencer al espíritu maligno. Mirándolo bien, es evidente que se dan en el mundo toda suerte de casos... No obstante, yo no diría eso. Si la fuerza diabólica quiere burlarse de uno, ya lo creo que lo conseguirá. Y si no vean lo que sucedió en mi familia: éramos en total cuatro hermanos. En aquella época yo no era más que un tontuelo. Sólo tenía once años; pero qué digo: aún no los había cumplido. Recuerdo como si fuera ayer que en una ocasión me puse a cuatro patas y empecé a ladrar como un perro; mi padre me gritó, moviendo la cabeza: «¡Ay, Fomá, Fomá! ¡Estás ya en edad de casarte y aún sigues haciendo el tonto como un
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