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Mostrando entradas de enero, 2010

Fugacidad (Ángela R. Gaona)

Solamente una palabra Para llegar hasta la meta, Solamente una mirada Que entre la niebla corre Tras un maratón de luces disparadas, Como un juego pirotécnico Que en diciembre fulgura. Solamente una vez, No bolero, canción fugaz, La estrella. Miraré solamente Aquel cuerpo enrollado Entre las sábanas. Una respiración acompasada, Un vuelo de lánguidos camellos, No los de Valencia, La estrella. El reloj marca al hombre Y al vacío de su mente, Los seres ciegos no huelen El pétalo del mundo. La distancia no es distancia, Es eco dormido entre los peces Porque había en la nostalgia, No un verso, No palabras, Silencios.

la acróbata (Marc Chagall)

Sonnet III (William Shakespeare)

Look in thy glass, and tell the face thou viewest Now is the time that face should form another; Whose fresh repair if now thou not renewest, Thou dost beguile the world, unbless some mother. For where is she so fair whose unear'd womb Disdains the tillage of thy husbandry? Or who is he so fond will be the tomb Of his self-love, to stop posterity? Thou art thy mother's glass, and she in thee Calls back the lovely April of her prime: So thou through windows of thine age shall see Despite of wrinkles this thy golden time. But if thou live, remember'd not to be, Die single, and thine image dies with thee.

The Waste Land I. THE BURIAL OF THE DEAD (T.S Eliot)

APRIL is the cruellest month, breeding Lilacs out of the dead land, mixing Memory and desire, stirring Dull roots with spring rain. Winter kept us warm, covering 5 Earth in forgetful snow, feeding A little life with dried tubers. Summer surprised us, coming over the Starnbergersee With a shower of rain; we stopped in the colonnade, And went on in sunlight, into the Hofgarten, 10 And drank coffee, and talked for an hour. Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen, echt deutsch. And when we were children, staying at the archduke's, My cousin's, he took me out on a sled, And I was frightened. He said, Marie, 15 Marie, hold on tight. And down we went. In the mountains, there you feel free. I read, much of the night, and go south in the winter. What are the roots that clutch, what branches grow Out of this stony rubbish? Son of man, 20 You cannot say, or guess, for you know only A heap of broken images, where the sun beats, And the dead tree gives

Soneto XLIX (Pablo Neruda)

Es hoy: todo el ayer se fue cayendo entre dedos de luz y ojos de sueño, mañana llegará con pasos verdes: nadie detiene el río de la aurora. Nadie detiene el río de tus manos, los ojos de tu sueño, bienamada, eres temblor del tiempo que transcurre entre luz vertical y sol sombrío, y el cielo cierra sobre ti sus alas llevándote y trayéndote a mis brazos con puntual, misteriosa cortesía: Por eso canto al día y a la luna, al mar, al tiempo, a todos los planetas, a tu voz diurna y a tu piel nocturna.

Soneto XLVIII (Pablo Neruda)

Dos amantes dichosos hacen un solo pan, una sola gota de luna en la hierba, dejan andando dos sombras que se reúnen, dejan un solo sol vacío en una cama. De todas las verdades escogieron el día: no se ataron con hilos sino con un aroma, y no despedazaron la paz ni las palabras. La dicha es una torre transparente. El aire, el vino van con los dos amantes, la noche les regala sus pétalos dichosos, tienen derecho a todos los claveles. Dos amantes dichosos no tienen fin ni muerte, nacen y mueren muchas veces mientras viven, tienen la eternidad de la naturaleza.

Consolation (Billy Collins)

How agreeable it is not to be touring Italy this summer, wandering her cities and ascending her torrid hilltowns. How much better to cruise these local, familiar streets, fully grasping the meaning of every roadsign and billboard and all the sudden hand gestures of my compatriots. There are no abbeys here, no crumbling frescoes or famous domes and there is no need to memorize a succession of kings or tour the dripping corners of a dungeon. No need to stand around a sarcophagus, see Napoleon's little bed on Elba, or view the bones of a saint under glass. How much better to command the simple precinct of home than be dwarfed by pillar, arch, and basilica. Why hide my head in phrase books and wrinkled maps? Why feed scenery into a hungry, one-eyes camera eager to eat the world one monument at a time? Instead of slouching in a café ignorant of the word for ice, I will head down to the coffee shop and the waitress known as Dot. I will slide into the flow of the morning paper, all langua

Another Reason Why I Don't Keep A Gun In The House (Billy Collins)

The neighbors' dog will not stop barking. He is barking the same high, rhythmic bark that he barks every time they leave the house. They must switch him on their way out. The neighbors' dog will not stop barking. I close all the windows in the house and put on a Beethoven symphony full blast but I can still hear him muffled under the music, barking, barking, barking, and now I can see him sitting in the orchestra, his head raised confidently as if Beethoven had included a part for barking dog. When the record finally ends he is still barking, sitting there in the oboe section barking, his eyes fixed on the conductor who is entreating him with his baton while the other musicians listen in respectful silence to the famous barking dog solo, that endless coda that first established Beethoven as an innovative genius.

Invention (Billy Collins)

Tonight the moon is a cracker, with a bite out of it floating in the night, and in a week or so according to the calendar it will probably look like a silver football, and nine, maybe ten days ago it reminded me of a thin bright claw. But eventually -- by the end of the month, I reckon -- it will waste away to nothing, nothing but stars in the sky, and I will have a few nights to myself, a little time to rest my jittery pen.

Los Heraldos Negros (Cesar Vallejo)

LOS HERALDOS NEGROS Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... ¡Yo no sé! Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los ...heraldos negros que nos manda la Muerte. Son las caídas hondas de los Cristos del alma de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

YA YO SABÍA. (José lezama Lima)

Como un ala perdida -era la noche intensa por mil voces herida- apareciste, ya yo sabía que alguna noche se rompería el ala sobre la frente herida. En la mañana -idéntico rebrillar en el oro tendido,- tu cabellera era pura mañana, en el hondo temblor de las luces. ¿Hay espejo que copie cabellera teñ ...ida por el oro de la mañana, chorro de mañana? Me empapé de ti, todo envuelto en el aro de tu oro dúctil -oro y brazalete-. Todo era oro en la pura mañana. ¡Ya yo sabía que alguna noche se rompería el ala sobre la frente herida!

Dormirse en el olvido del recuerdo... (Miguel de Unamuno)

¡Dormirse en el olvido del recuerdo, en el recuerdo del olvido, y que en el claustro maternal me pierdo y que en él desnazco perdido! ¡Tú, mi bendito porvenir pasado, mañana eterno en el ayer; tú, todo lo que fue ya eternizado, mi madre, mi hija, mi mujer!

El ruiseñor y la rosa (Oscar Wilde)

-Dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa roja -se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay una solo rosa roja en todo mi jardín. Desde su nido de la encina, oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado. -¡No hay ni una rosa roja en todo mi jardín! -gritaba el estudiante. Y sus bellos ojos se llenaron de llanto. -¡Ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad! He leído cuanto han escrito los sabios; poseo todos los secretos de la filosofía y encuentro mi vida destrozada por carecer de una rosa roja. -He aquí, por fin, el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Le he cantado todas las noches, aún sin conocerlo; todas las noches les cuento su historia a las estrellas, y ahora lo veo. Su cabellera es oscura como la flor del jacinto y sus labios rojos como la rosa que desea; pero la pasión lo ha puesto pálido como el marfil y el dolor ha sellado su frente. -El príncipe da un baile mañana por la noche -murmuraba el joven estudiante-, y mi amada asistirá a la fi

El eclipse (Augusto Monterroso)

Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora. Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo. Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas. Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura univer

El demonio de la perversidad (Edgar Allan Poe)

En la consideración de las facultades e impulsos de los prima mobilia del alma humana los frenólogos han olvidado una tendencia que, aunque evidentemente existe como un sentimiento radical, primitivo, irreductible, los moralistas que los precedieron también habían pasado por alto. Con la perfecta arrogancia de la razón, todos la hemos pasado por alto. Hemos permitido que su existencia escapara a nuestro conocimiento tan sólo por falta de creencia, de fe, sea fe en la Revelación o fe en la Cábala. Nunca se nos ha ocurrido pensar en ella, simplemente por su gratuidad. No creímos que esa tendencia tuviera necesidad de un impulso. No podíamos percibir su necesidad. No podíamos entender, es decir, aunque la noción de este primum mobile se hubiese introducido por sí misma, no podíamos entender de qué modo era capaz de actuar para mover las cosas humanas, ya temporales, ya eternas. No es posible negar que la frenología, y en gran medida toda la metafísica, han sido elaboradas a priori. El met

NOCTURNO III (José Asunción Silva)

Una noche Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas, Una noche En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas, A mi lado lentamente, contra mí ceñida, toda, Muda y pálida Como si un presentimiento de amarguras infinitas, Hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara, Por la senda florecida que atraviesa la llanura florecida Caminabas, Y la luna llena Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca, Y tu sombra Fina y lánguida, Y mi sombra Por los rayos de la luna proyectada Sobre las arenas tristes De la senda se juntaban Y eran una Y eran una Y eran una sola sombra larga! Y eran una sola sombra larga! Y eran una sola sombra larga! Esta noche Solo, el alma Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte, Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia, Por el infi

CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA (Porfirio Barba Jacob)

El hombre es una cosa vana, variable y ondeante... MONTAIGNE Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, como las leves briznas al viento y al azar. Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe. La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar. Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles, como en abril el campo, que tiembla de pasión: bajo el influjo próvido de espirituales lluvias, el alma está brotando florestas de ilusión. Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos, como la entraña obscura de oscuro pedernal: la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas, en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal. Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos... (¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!) que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza, y hasta las propias penas nos hacen sonreír. Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos, que nos depara en vano su carne la mujer: tras de ceñir un talle y acariciar un seno, la redondez de un fruto nos

PARA QUE TÚ ME OIGAS (Pablo Neruda)

Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un co

LOS AMOROSOS (Jaime Sabines)

Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor. Les preocupa el amor. Los amorosos viven al día, no pueden hacer más, no saben. Siempre se están yendo, siempre, hacia alguna parte. Esperan, no esperan nada, pero esperan. Saben que nunca han de encontrar. El amor es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Los amorosos son los insaciables, los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos. Los amorosos son la hidra del cuento. Tienen serpientes en lugar de brazos. Las venas del cuello se les hinchan también como serpientes para asfixiarlos. Los amorosos no pueden dormir porque si se duermen se los comen los gusanos. En l

AMANTES (Jorge Gaitán Durán)

Somos como son los que se aman. Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos desconocidos que se estrechan a tientas, cicatrices con que el rencoroso deseo señala a los que sin descanso se aman: el tedio, la sospecha que invencible nos ata en su red, como en la falta dos dioses adúlteros. Enamorados como dos locos, dos astros sanguinarios, dos dinastías que hambrientas se disputan un reino, queremos ser justicia, nos acechamos feroces, nos engañamos, nos inferimos las viles injurias con que el cielo afrenta a los que se aman. Sólo para que mil veces nos incendie el abrazo que en el mundo son los que se aman mil veces morimos cada día.

ESE OTRO QUE TAMBIÉN ME HABITA (Darío Jaramillo)

Ese otro que también me habita, acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos, ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel, ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera, eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo, el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el inmotivadamente alegre, ese otro, también te ama.

La palabra es un acto (Gonzalo Arango)

Ni usted ni yo necesitamos presentación: tenemos tres cosas en común: esta tierra, la vida y la muerte. En eso somos semejantes, casi amigos. Al menos, hay que vivir con esa ilusión de amistad que es básica para la solidaridad humana. ¿Qué diré para empezar? Saint-Exupéry nos recuerda que cada palabra es un acto. Vamos, pues, a obrar en esta página. Para empezar, no diré nada que no sienta, única manera de ser leal a mí mismo, y a usted. No soy, por fortuna, un escritor asalariado. La libertad que defiendo contra viento y marea es mi única riqueza dentro de una miseria estoica y nada despreciable. Me edifica y me torna creador en la medida de mis carencias y mi sufrimiento. Hay que cantar en el sacrificio como los mártires que creen en algo más que la muerte, por ejemplo en un ideal de vida, en una causa espiritual. Y yo creo en la dignidad humana, ante todo, y estoy orgulloso de esta creencia que funda también la dignidad del arte. Odio hipotecar la conciencia a los dividendos de la m

Voy a nombrar las cosas (Eliseo Diego)

Voy a nombrar las cosas, los sonoros altos que ven el festejar del viento, los portales profundos, las mamparas cerradas a la sombra y al silencio. Y el interior sagrado, la penumbra que surcan los oficios polvorientos, la madera del hombre, la nocturna madera de mi cuerpo cuando duermo. Y la pobreza del lugar, y el polvo en que testaron las huellas de mi padre, sitios de piedra decidida y limpia, despojados de sombra, siempre iguales. Sin olvidar la compasión del fuego en la intemperie del solar distante ni el sacramento gozoso de la lluvia en el humilde cáliz de mi parque. Ni el estupendo muro, mediodía, terso y añil e interminable. Con la mirada inmóvil del verano mi cariño sabrá de las veredas por donde huyen los ávidos domingos y regresan, ya lunes, cabizbajos. Y nombraré las cosas, tan despacio que cuando pierda el Paraíso de mi calle y mis olvidos me la vuelvan sueño, pueda llamarla de pronto con el alba.