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El olor a sopa me despertaba de un gran sueño, entre ruidos de ollas, platos y cubiertos pasaba mi vida. Era el trajín de ser servido en alguna mesa del restaurante, los meseros me llevaban en sus manos hasta dejarme en la presencia de un humano con otra historia aburrida que descubría al tomar cada sorbo de mi interior. Sí señores, soy un plato de sopa, blanco, inmaculado por sopas de tomate, verduras, avenas, en fin… vengo de un sitio en la China que no podría reconocer ahora, y estoy en un país que no tengo idea cuál es. Un día descubrí que, al tomar la cucharada del líquido tibio servida en mi cuerpo, un hombre me transmitía las imágenes más atroces que haya visto. Si… había visto de todo, mujeres y hombres infieles, administradores corruptos, personas ocultando enfermedades mortales, avariciosos y vividores, pero lo que nunca había visto era asesinos, y así era, un asesino estaba tomando sopa servida en mí.