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Creatividad en la cultura desde el aprendizaje de Ángela María Ruiz



Mg. Ángela María Ruiz Gaona


Referirse al desarrollo social desde el ámbito de la educación superior en tiempos convulsionados como los nuestros es una necesidad que no se puede dejar de lado. Es fundamental entender los procesos de la educación del sujeto y sus paradigmas, antes de llevar a la práctica una intervención con una comunidad de estudiantes, así el tema abre infinidad de perspectivas; sin embargo, ¿Cómo unificar esas líneas desde el tema del aprendizaje, el cual es el que nos compete? Para intentar resolver la pregunta, este escrito propone la creatividad y la cultura en el marco del aprendizaje, enfocado hacia la solución de problemas reales de los territorios, comunidades y sujetos. 

Iniciamos estos apuntes con los factores por los cuales se da el aprendizaje: actitud (predisposición cognitiva y emocional); aptitudes intelectivas (habilidades mentales que determinan el potencial de aprendizaje); aptitudes procedimentales (capacidades para actuar y hacer); y contenidos (estructura conceptual susceptible de ser aprendida). (Salas, 2005)    

Los factores anteriormente nombrados son esenciales, pero el aprendizaje no siempre resulta de la rigidez de las normas. El estudiante es un mundo con unas dimensiones múltiples. Fortalecer la actitud, el intelecto, el hacer, el actuar y los contenidos de esa estructura se complejiza en la manera de hacer del docente, es decir, en la práctica pedagógica.   

Las cuestiones de la competencia o de una actuación idónea del estudiante no se dan en el marco estricto de la actitud de igual manera. En este sentido, debemos aceptar las diferencias de los estudiantes sin restringirnos a un proceso evaluativo que no reconozca las subjetividades  ¿Cómo evaluar los procesos de la creatividad desde cualquier disciplina? 

La creatividad en el sentido del estudioso Mihaly Csikszentmihalyi “(…) es el resultado de la interacción de un sistema compuesto por tres elementos: una cultura que contiene reglas simbólicas, una persona que aporta novedad al campo simbólico, y un ámbito de expertos que reconocen y validan la innovación.” (Csikszentmihalyi, 1998)

 

Así que principalmente, la cultura es generadora de cambios en las civilizaciones, es un entramado de símbolos que tienen una influencia primordial, por ejemplo en el ámbito del aprendizaje. La cultura es un término bastante amplio que nos lleva al pensador Edgar Morín, quien entiende la cultura como “(…)el conjunto de los saberes, saber-hacer, reglas, normas, interdicciones, estrategias, creencias, ideas, valores, mitos que se transmiten de generación en generación, se reproduce en cada individuo, controla la existencia de la sociedad y mantiene la complejidad sicológica y social.” (Morín, 2001)

 

De esta manera, la creatividad se podría evaluar en el ámbito de la cultura que según Morín nos posibilita darle un marco a las sociedades en su complejidad. La cultura del individuo crea su propio paisaje individual y en la medida en que interactúa con otro, se establece un paisaje colectivo, términos del humanista contemporáneo Silo que nos ayudan a entender el aprendizaje desde la dimensión de la creatividad. (Silo, 1997)

 

Para Silo, el paisaje individual es todo el entramado que construye el sujeto en el andar de su vida desde que nace, entonces se elaboran sentimientos, valores, gustos, emociones, ideas, etcétera. De esta manera, cuando el individuo se relaciona con otro, crea lo que se llama un paisaje colectivo, paisaje que puede ser familia nuclear, monoparental, extensa de cultura colectivista (todos los grupos humanos), generaciones y civilizaciones. Cuando nos referimos a culturas es en el sentido de Morín, para quien la unidad crea cultura y la pluralidad, culturas.

 

Hace falta un camino más claro en la búsqueda de las posibilidades de la creatividad en el aprendizaje. Entender el mundo del estudiante y encontrar significados que lo trasciendan y le dejen un propósito. Elaboramos y fortalecemos significados cuando los vivenciamos.   En este sentido, la significatividad del aprendizaje según Francisco Díaz Alcaraz, no es una cuestión de todo o nada, sino más bien de grado. (Díaz, 2002)

Por este motivo, se hace necesario entender las habilidades de los estudiantes en un marco de aprendizaje significativo en donde las condiciones sean las siguientes: que las estructuras internas de los contenidos se articulen con la manera  de presentarlas en el aula presencial, virtual o a distancia; también, se debe contar con la relación que el estudiante establece con los contenidos que se le expongan sin arbitrariedades con lo que ya conoce;  por último, la motivación tanto del estudiante como del docente para mantener el interés durante todo el proceso hasta llevarlo a su conclusión. (Díaz, 2002)

 

Ahora bien, el propósito surge cuando se han tenido metas claras en un horizonte que el estudiante define desde sus significados.  El significado puede ser uno solo, lo que se deriva de allí en el sujeto, es muy amplio. Es de nuevo esclarecedor  Csikszentmihalyi en cuanto a que: “Si una persona desea lograr una meta lo bastante difícil, de la cual provengan las otras metas, y si él o ella invierte toda su energía en desarrollar las habilidades para alcanzar esa meta, entonces las acciones y los sentimientos están en armonía (…)”. (Csikszentmihalyi, 2001). Empezamos a elaborar metas cuando tenemos definidos significados, pero estos no deben adaptarse de manera rígida, puesto que se dan en la medida en que se desarrolla la creatividad en el estudiante. 

 

El equilibrio entre creatividad y cultura en referencia al aprendizaje, se logra cuando los factores que expusimos anteriormente se dan efectivamente en el aula presencial, virtual o a distancia. La labor del docente es conjugar creativamente las culturas de los estudiantes para llegar a un aprendizaje significativo.

 

Es un reto para el docente entender la complejidad de sus estudiantes y desde allí emprender procesos que fortalezcan las diferentes dimensiones naturalmente. El ser creativo es una necesidad para el docente y el estudiante quienes están juntos en el proceso de aprendizaje. Además de esto, la felicidad en el proceso es fundamental para que la creatividad surja sin que sea una tortura.   

 

Entonces, la felicidad se convierte en creación propia de nuestra relación con el cuerpo. Es decir, la memoria que queda en la exploración de un paisaje individual: el humano; luego, es la memoria que se propaga en un paisaje colectivo, o sea, las civilizaciones sobre las cuales ha escrito el mismo Silo; para el humanista, la civilización es el ámbito, región de comportamientos humanos que permiten identificar a los pueblos con cierto modo de producción, relaciones sociales y valores. (Silo, 2002, p.1007)   

 

Según lo anterior, el tema de la memoria es fundamental para fortalecer los procesos creativos. Pero la creatividad que surge de estos espacios se enmarca en un paisaje colectivo que se potencia cuando hallamos en la memoria significados, cuestión que lleva al sujeto a encontrar un sentido social para desarrollar. Encontraremos una posibilidad de consolidar lo que somos en las sociedades y nuestra acción, cuando la memoria como dice Maurice Halbwachs se funde en marcos sociales por medio de la palabra, así lo dice el estudioso francés: “podríamos decir que la memoria, en general, depende de la palabra”. (Halwbachs, 2004, p.84)

 

La palabra es muy importante en el quehacer del docente, con su discurso da la clave, el primer paso para establecer escenarios óptimos con los estudiantes. Por esta razón, podemos acercarnos como docentes al fortalecimiento de nuestro discurso y entender lo que queremos desarrollar socialmente, antes de compartir contenidos en un escenario presencial, virtual o a distancia. Sin embargo, la palabra debe exteriorizarse en el momento en que compartimos la meta en el mapa curricular desde la primera clase y la llevamos finalmente a su consecución. 

 

Para concluir, estos apuntes presentaron reflexiones sobre el aprendizaje, la creatividad y la cultura como términos fundamentales para abordar el tema del desarrollo social en el ámbito de la educación superior. Entonces, una posibilidad para unificar las líneas del aprendizaje hacia el desarrollo social, es en la búsqueda de la creatividad en el sujeto, entendida en el sentido de  Csikszentmihalyi, en donde la cultura sea el campo simbólico, en el cual los cambios surgidos desde el aporte de los paisajes individuales de los sujetos, posibiliten la elaboración sólida de familias, generaciones y civilizaciones.

 

Si el sujeto no se construye en el marco de su propio ritmo de significación, cualquier iniciativa de desarrollo social se verá afectada por un sin sentido. Morín nos habla de ser unidos en lo complejos, y no podemos lograr esa unión, si no entendemos quiénes somos, y qué queremos hacer por el otro desde la realidad de nuestras sociedades. 

Es cierto que urge ejecutar proyectos, alcanzar metas para cumplir con los compromisos que nos demanda nuestro siglo; pero no podemos avasallar el sentido social del sujeto que debe encontrar él mismo, desde el aprendizaje fortalecido por su creatividad y cultura propio.

 

BIBLIOGRAFÍA

Csikszentmihalyi, Mihaly.  Fluir. Barcelona, Kairós, 2002.

                                            Creatividad: el fluir y la psicología del descubrimiento y la  

                                            invención. Paidós, 1998.

 

Díaz, Francisco. Didáctica y currículo: un enfoque constructivista. La Mancha, Universidad de Castilla, 2002.

Salas Zapata, Walter. Formación por competencias en Educación Superior. Una aproximación conceptual a propósito del caso colombiano. Universidad de Antioquia, Colombia, 2005.

Silo. Habla Silo: recopilación de opiniones, comentarios y conferencias. México, Plaza y Valdés, 1997.

Silo. Obras completas.  México, Plaza y Valdés, 2002.

Morín, Edgar. Los sietes saberes para la Educación del futuro. Barcelona, Unesco, 2001.  

 

 

  

 

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