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La imagen literaria como componente de la enseñanza de la ecología por Ángela María Ruiz

Referirse al tema de la imagen es ingresar a un terreno inmenso teóricamente; sin embargo, es posible proponer una delimitación que se aborde entre disciplinas; para esta ponencia específicamente, se tratará de ecología y literatura en el ámbito de la educación; en otras palabras, la imagen literaria como componente de la enseñanza de la ecología. Para iniciar con el tema se debe tener en cuenta el pensamiento sistémico y sus múltiples posibilidades de comprensión, puesto que holísticamente “la metáfora del conocimiento como construcción queda reemplazada por la de la red. Al percibir la realidad como una red de relaciones, nuestras descripciones forman también una red interconectada de conceptos y modelos en la que no existen cimientos.” (Capra, 1996, p.58). Ahora bien, la ausencia de cimientos en las redes posibilita que en la educación, se comience a desaprender el conocimiento que se trae de una formación previa; así se generan dudas sobre ”la construcción de la realidad”, que se comprende como “… la totalidad de los modelos de pensamiento, sentimiento y conducta que cada uno ha construido a lo largo de su vida” (Watzlawick, 1995, en Simon et al, p.138) . El pensar que “… el conocimiento no es algo que se crea sino que se recibe, hace que olvidemos interrogar al mundo a partir de lo que somos…“(Ospina, 2012, p.27). Por lo anterior, una de las redes que puede aportar al ámbito educativo en ese cambio del paradigma cartesiano es la perspectiva ecocrítica. El siglo XXI y su situación actual, exigen una intervención hacia las dimensiones éticas de los sujetos; Donald Worster (1996) se refiere al respecto de la siguiente manera: “Estamos enfrentando hoy en día una crisis global no por cómo funciona el ecosistema, sino por cómo funciona nuestro sistema ético. Franquear esta crisis requiere entender nuestro impacto sobre la naturaleza […] pero aún más, requiere la comprensión de aquellos sistemas éticos y el uso del entendimiento para reformarlos. Los historiadores, los académicos de la literatura, antropólogos y filósofos, no pueden hacer la reforma, pero pueden ayudar con la comprensión” (Glotfelty y Fromm, 1996). De allí que una perspectiva ecocrítica en su correspondencia con la literatura, permita integrar el aspecto semántico y así plantear un camino hacia la comprensión de lo ético en su relación con la realidad; cuestión clave en el análisis porque la literatura desde la ecocrítica orienta las “… producciones textuales a un sistema mayor que las tradicionales series literarias, culturales e históricas, desplazando la obra hacia un nuevo entorno valórico, eco-céntrico, que inserta la obra y al autor en las matrices que la/lo sustentan…” (Ostria, p.101). Entonces, es posible la interrelación de la literatura con la ecología profunda en cuanto esta última “… reconoce la interdependencia fundamental entre todos los fenómenos y el hecho de que, como individuos y como sociedades, estamos todos inmersos en (y finalmente dependientes de) los procesos cíclicos de la naturaleza”. (Capra, 1996, p.28) De esta manera, el aprendizaje se enfoca y debe darse en el marco del cambio de valores que incidan en la actitud del sujeto, actitud en el sentido de la predisposición cognitiva y emocional para comprender el mundo; por ejemplo, orientar hacia la formación en valores ecocéntricos y en esta disposición superar el paradigma de Occidente; cuestión afirmada por Capra (1996): (… ) La ecología profunda ha sobrepasado la metáfora cartesiana. Si bien el cambio de paradigma en la física sigue siendo de interés por haber sido el primero en producirse dentro de la ciencia moderna, la física ha perdido su rol como principal ciencia proveedora de la descripción fundamental de la realidad. (…) Hoy, el cambio de paradigma en la ciencia, en su nivel más profundo, implica un cambio desde la física a las ciencias de la vida (Capra, p.197, 1996). Al tener en cuenta a Capra y su planteamiento, se piensa en profundizar en el abordaje de la realidad desde la observación; allí es donde se presenta la imagen como una posibilidad para comprender el sujeto y las sociedades en su interconexión con la naturaleza. En ese orden de ideas, la imagen literaria en el ámbito ecológico, en su relación con lo educativo específicamente en este análisis, es una opción para conjugar aspectos de la realidad y orientarlos como un sustento pedagógico. Habrá que empezar por decir, que desde hace siglos, conceptualmente la imagen se ha edificado en los sentidos; Aristóteles lo afirmó en cuanto la conexión entre alma sensitiva e intelectiva; posteriormente Comenio (1988) en el orbis pictus: “Puesto que los sentidos son los fidelísimos proveedores de la memoria, la dicha demostración sensual dará por resultado la perpetuidad del conocimiento; esto es, lo que cada cual sepa.” (Comenio, p.110). Así, con el paso del tiempo la imagen se introdujo “con fines didácticos en el umbral de la modernidad, cuando Occidente asume como tarea el establecimiento de un nuevo orden social, y en medio de esta empresa, se bosquejan los procesos de escolarización que nos resultan próximos” (Aguirre, 2001, p.16). La llegada de los libros de texto colaboró con estos fines proyectados hacia la educación; la literatura y las ilustraciones hacen parte también del camino recorrido por la imagen. Según lo anterior, interesa la imagen que proviene de la imaginación, en cuanto posibilita el reconocimiento de los mundos posibles para comprenderlos y establecer una relación valórica que se cuestiona antes de afirmarse. Por lo anterior, los universos de sentido que origina la imaginación, otorgan libertad para captar el mundo de la naturaleza y comporta el aprendizaje que se deriva de esta comprensión. Entonces, se ha visto que es relevante y predominante el mundo imaginario del otro en cuanto conocimiento que involucra elementos cognitivos y emotivos, es decir, la actitud como factor del aprendizaje. La literatura nos familiariza con situaciones, sensaciones y cotidianidades que no pueden hacer parte de la experiencia propia; pero lo que permiten es una visión interna, más sensible a lo que rodea a las relaciones entre sujetos y sociedades, por ejemplo desde la ética, mediadas en este análisis por la ecología, la literatura y la educación. Sin embargo, Ostria (2008) es aclarador en cuanto a que “La perspectiva ecocrítica no debe limitarse (…) al análisis obvio de textos que evidencian sin más una temática enraizada en la valoración de la naturaleza; tampoco en la descalificación o censura sin más de textos de diversa catadura que excluyan las preocupaciones por el medioambiente” (p. 224). Por esta razón se justifica que la pedagogía ingrese al diálogo con la ecología y la literatura, al pensar en las sociedades y su ética, en un entramado que se proyecte como sustento de la enseñanza para un impacto en la actitud del sujeto, en esa medida “La imaginación engloba el mundo real y fenoménico, el tiempo físico y concreto en donde la experiencia material se hace presente con el mundo psíquico; la imagen sólo pertenece a este segundo plano, proviene exclusivamente de este segundo momento de la imaginación donde la experiencia ha sido recreada y reordenada. Así, la imagen es la concreción de la imaginación” (Hernández,). Una de las maneras en que la pedagogía se expresa en este escenario comprensivo, se orienta a que “…hay que pensar lo impensado, que hay que vivir de sueños y soñar con la vida, que no hay fronteras, que somos seres integrales compuestos de luz y oscuridad, de levedad y densidad, de alma y cuerpo, y que la única forma de construir una cultura que realmente refleje lo que somos es recordar nuestra condición esencial de seres sensoriales, relativos y nuestra facultad infinita de encontrar en la propia experiencia una fuente inagotable de formación y conocimiento, de imaginación para enseñar y aprender. Esto es la pedagogía de la imaginación” (Hoyos y González, 2002, p. 97). Por tanto, Hoyos y González (2008) se refieren a que “La pedagogía de la imaginación propone incluir, en el proceso de formación de la personalidad de los sujetos, la educación en la sensibilidad; es decir, que los sujetos construyan su propia imagen a partir de lo no idéntico, de la diferencia, de la construcción de nuevos sentidos, del valor que todo tiene para cada quien” (p.98). En esta vía, es de importancia el sentido de la estética que en términos generales permite que se comprenda la realidad en otros horizontes de sensibilidad y de imaginación. En este planteamiento que se proyecta hacia lo pedagógico, es necesario afirmar que “…no se trata de renunciar al pensamiento y la razón en pedagogía, sino de debilitar su dominio sobre la psiquis para que otras dimensiones de lo humano puedan expresarse” (Sáenz, 1997). Maturana (1990) lo afirma también cuando dice que “…al declararnos seres racionales vivimos una cultura que desvaloriza las emociones, y no vemos el entrelazamiento cotidiano entre razón y emoción que constituye nuestro vivir humano, y no nos damos cuenta de que todo sistema racional tiene un fundamento emocional” (p. 14). Unido a estas afirmaciones, la educación estética en “…la expresión de imágenes y sentimientos individuales, facilitaría el quiebre de la división entre una percepción dirigida hacia el mundo «objetivo» y la percepción dirigida hacia un objeto, imagen o sensación interior” (Sáenz 1997). Entonces la literatura presta la mirada que facilita el desaprender y el cuestionarse sobre la realidad; en ese camino es necesario vincular la literatura y la ecología para la comprensión de las imágenes mentales en un nuevo escenario valórico. “La literatura nos remite siempre una visión —incluso mirada, si bien se trata de la mirada interior—; una pura imagen mental que asimila como visión,—como signo visivo—, hasta los sabores, los olores, las texturas, a modo de vestigios;[...] un puro símbolo mental de las cosas” (Vittori, 1973, pp.140-141). Un ejemplo de lo anterior se encuentra en la poesía en su relación con la ecología, conexión que aportaría hacia el quiebre de la división entre la percepción hacia lo objetivo y subjetivo aisladamente; puesto que la poesía“…se dirige contra la racionalidad gramatical, en otras ataca el sentido común de las referencias cotidianas, pulverizándolas. En general, la literatura, y con mayor razón la poesía, desautomatiza el lenguaje. Saca una palabra de su contexto habitual y la pone en otra sala del espacio habitado por el arte” (Araya, 2001, p. 2). De esta manera, la literatura en su desautomatización permite que se desaprenda el conocimiento, cuestión que tiene un impacto en el sujeto porque con la imagen literaria, se pueden elaborar otros sentidos, por ejemplo y en referencia a la ecología, sus principales situaciones conectadas con lo sujetos y las sociedades. En literatura existen diferentes representaciones de la naturaleza, son imágenes que conformarían ejes semánticos e isotopías, por ejemplo “… la Naturaleza como objeto de contemplación y descripción; la Naturaleza como proyección de la subjetividad; Naturaleza e identidad cultural; la Naturaleza como signo (anticipación y apocalipsis); Naturaleza y mito; Naturaleza y contingencia ecológica; Naturaleza: arraigo/desarraigo, migraciones y exilios, fronteras, etc.” (Ostria, p.). Para profundizar en lo anterior desde las representaciones del lenguaje poético, Octavio Paz en La otra voz, se refiere a la poesía como mediadora de los temas de la supervivencia y la hermandad universal, aspectos que contienen una posible sociedad: “la supervivencia del género humano en una tierra envenenada y asolada” podría depender de la aspiración analógica de la literatura: “Espejo de la fraternidad cósmica, el poema es un modelo de lo que podría ser la sociedad humana. Frente a la destrucción de la naturaleza, muestra la hermandad entre los astros y las partículas, las substancias químicas y la conciencia. [...] Prueba viviente de la fraternidad universal, cada poema es una lección práctica de armonía y de concordia” (Paz en Binns, 2004, pp. 7 – 14). La visión de Octavio Paz se presenta utópica en contraste con la de Eduardo Galeano quien en Úselo y tírelo: el mundo del fin del milenio, visto desde una ecología latinoamericana afirma lo siguiente: …la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos; y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza: ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida o naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo (Galeano, 1994). Se requiere entonces la imagen que surge de la visión literaria de la realidad; en otras palabras, para aportar al cambio de un paradigma a otro, es fundamental entender el horizonte de la edificación del conocimiento, en una red que interconecte las posibilidades de imaginar, para recrear lo posible de la naturaleza y en esa medida intervenir con la ecología, por su pertinencia y urgencia para un mundo en crisis; de allí que la educación sea una de las opciones que acompañe la consecución de este objetivo. Como un primer acercamiento al tema, surge esta ponencia que pretende esbozar un entramado apenas de lo que sería la imagen literaria como componente de la enseñanza de la ecología. Por lo anterior, se propone interconectar estas relaciones fundamentalmente hacia el respeto de sí mismo y desde allí potenciar el aprendizaje de cualquier hacer, Maturana (1990) es claro al respecto: “Si he aprendido a conocer y a respetar mi mundo, sea este el campo, la montaña, la ciudad, el bosque o el mar, no ha negarlo ni a destruirlo, y he aprendido a reflexionar en la aceptación y respeto por mí mismo, puedo aprender cualquier hacer” (p.29). En este sentido, con Maturana nuevamente se afirma que “El progreso no está en la continua complicación o cambio tecnológico sino en el entendimiento del mundo natural que permite recuperar la armonía y belleza de la existencia en él desde su conocimiento y respeto” (Ibíd, p. 31). Entonces la imagen por ejemplo desde la poesía, se interconecta con lo anterior de forma que le apunta a los sentidos y desde allí entiende el mundo natural al que se refiere Maturana. En este orden de pensamiento, se puede concebir la imagen en el siguiente sentido: «un sistema de datos sensoriales estructurados que son producto de una misma escena», la imagen nunca será propiamente exterior (…) Como mencionan Abraham y Ayuso de Vicente, la imagen refiere siempre una realidad interior subjetiva en referencia a una realidad externa” (Hernández, p.208). Ahora bien, si se comprende la metáfora como instrumento de la imagen, se puede afirmar que en cualquier situación: …la metáfora constituye el poema; confunde lo visible y lo invisible, la mentira y la verdad; transforma todas las relaciones mundanas y culturales; genera una diseminación del sentido. De esta manera, el ser humano queda en un estado de apertura y con todas las posibilidades para transfigurar y modificar lo real. En consecuencia, los niños, las niñas y los jóvenes, formados en una escuela creativa, no tradicional, pueden alcanzar a desplegar todas sus auténticas maneras de ser y de actuar como ciudadanos e individuos si lo imaginario se vuelve una prioridad en el aprendizaje. (Rodríguez, 2012, p. 54) Si la poesía colombiana se presenta como una prioridad en el aprendizaje, podríamos pensar en esa misma cuando el poema de Jorge Rojas Salmo a los árboles; presenta imágenes convertidas en metáforas que le apuntan al sentido que se ha presentado en esta reflexión frente a la naturaleza: “Si quieres acercarte más a mi corazón/rodea tu casa de árboles. /Y sentirás el júbilo de la flor incipiente/mientras menos lograda más lejos la muerte, /escucharás las cosas pequeñas que yo escucho/cuando cae la tristeza sobre campos húmedos” (Rojas, 1978, p. 353). También, el poeta Giovanni Quessep, nos habla de la naturaleza en un nuevo sentido conectado con el ser mismo, es decir, entenderse con la naturaleza en la transfiguración que permite el lenguaje poético; en el poema Hiedra por ejemplo, el sentido es una gran metáfora de la comunión entre la sensibilidad y su representación de la naturaleza en una eco imagen, si se pudiera denominar así: Destino de la hiedra que va aferrada al tiempo, al blanco muro: penetrar en la piedra y revelar los lirios de lo oscuro. ¿Qué silencios persigue? ¿De qué músicas huye? ¿No hay ala que hacia el cielo la desligue? Vuela un pájaro en torno, el agua fluye. (Quessep, ) La imagen literaria constituye en los versos ¿No hay ala que hacia el celo la desligue? Un preguntase sobre lo humano y lo trascendente un entramado que se puede orientar hacia la ecología en la medida en que pedagógicamente nos conecta hacia una red de relaciones para entender el mundo; es decir, enfocarse en desaprender lo previo del conocimiento para aportar al cambio de paradigma, y así establecer nuevas relaciones éticas con nuestro entorno. La imagen poética debe permear todos los espacios del conocimiento, integrado como parte fundamental de cualquier plan de estudio, así como el saber escribir hace arte de una formación educativa; la incorporación de la ecología también debe darse como eje transversal que crea arte. Se habla de desarrollo sostenible, sostenibilidad, crisis ambiental, sociedad en crisis, ciudadanía ecológica. ¿Por qué no articular la literatura y el universo de sus imágenes poéticas con la enseñanza de la ecología, cuestión esencial en todas las edades hacia una supervivencia centrada en los sistemas vivos? Por ejemplo, la imagen poética se puede enseñar no como exclusiva de la literatura o el español de las escuelas, sino como componente del aprendizaje de la ecología en cuanto sus potencialidades estéticas, orientadas por ejemplo hacia el respeto por la naturaleza para sembrar generaciones más sensibles a lo que las rodea. En la medida en que los mundos posibles que crea la imaginación perduran, es cosecha de nuevas formas de entender el entorno y de entendernos para intervenir sin destruirlo. La mirada de los que habitamos este planeta debe ser reconocida hacia una sensibilidad, que se conecte con el pensamiento hacia una nueva visión de mundo para intervenir y respetar lo que por generaciones ha sido encauzado hacia una individualidad, venida del gran paradigma de Occidente; hoy, hablamos de redes que colaborativamente comprenden la necesidad de no aislarse en ese consumo crítico de los recursos vitales. 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